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1 de febrero

 

Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia (Mc 5, 19)

 

Iniciamos un nuevo mes y con él se renueva en nuestro corazón el deseo de continuar iluminando cada una de las realidades que vivimos por la Palabra de Dios. El evangelio de este día nos lleva a la región de los gerasenos, en la que Jesús y sus discípulos desembarcan después de cruzar la otra orilla del lago de Galilea y superar la tormenta. En dicha región un nuevo desafío se presenta en su camino, al encontrar a un hombre fuertemente azotado por los demonios. Al ver a Jesús, los espíritus malignos que tenía aquel hombre, se sienten atormentados y le piden que no los expulse de la comarca sino que los deje refugiarse en una piara de cerdos que se encontraban escarbando en aquel lugar. Jesús se los permite haciendo posible que el hombre sea liberado y recupere nuevamente su juicio y su libertad. Fue tanto el impacto que el hombre experimentó en su corazón, que después de ser liberado pidió a Jesús que lo admitiera en su compañía; pero Jesús lo invitó mejor a testimoniar lo sucedido entre los suyos. Pese a salvar aquel hombre del mal que lo aquejaba, los habitantes de aquel lugar pidieron a Jesús que se marchara de su tierra por el temor que despertaba sus acciones. Pidamos al Señor, en este día que nos ayude a liberarnos de aquellos males y temores, que como el endemoniado de Gerasa, no nos dejan asumir libremente nuestra existencia.

 

Reflexionemos:

¿Qué realidades o temores no nos dejan ser libres?, ¿cómo podemos testimoniar en nuestros hogares el bien que Dios obra en nosotros a diario?

 

Oremos:

Libéranos, Señor, de aquellas realidades personales o familiares que nos oprimen y no nos dejan asumir libremente nuestra existencia. Ayúdanos, a no dejarnos vencer por el temor o la desconfianza que las situaciones nuevas despiertan en nosotros. Amén.

 

Recordemos:

Dios quiere que cada uno de sus hijos sea libre y recupere su dignidad.

 

Actuemos:

Presentémosle al Señor, en la oración de este día, los temores, las realidades personales o las situaciones familiares que nos atan y no nos dejan asumir con libertad nuestra propia vida.

 

Profundicemos:

El mal es una realidad que también forma parte de nuestra existencia y que es necesario conocer y superar de la mano de Jesús a través de una vida orante y sacramental (Libro: Vencer el demonio con Jesús. Cómo liberar y liberarse).

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