1 de mayo

 

“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9)

 

En este día en que celebramos la fiesta de san José obrero y nos unimos a los trabajadores del mundo entero, el evangelio nos invita a unir nuestra vida más a Dios.  Unidad que Jesús aprendió desde niño con san José y que luego en su vida adulta vivió profundamente con su Padre del cielo. Unidad que Jesús enseña también a sus discípulos y que le permite mostrar como todo su obrar tiene su origen en él: Lo que yo les digo no lo digo por mi propia cuenta. El Padre, que permanece en mí, realiza sus obras. Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”. Pidamos al Señor, que ante la circunstancia actual que vivimos, que reta y desafía cada vez más nuestra experiencia de fe, podamos unir nuestra vida más al Padre. Así mismo, reconocer en su vida y sus obras, el rostro bondadoso y misericordioso de Dios que nos capacita para testimoniar su amor aún en la adversidad: “Les aseguro que el que cree en mí, también hará las obras que hago yo, y las hará aún más grandes”.

 

Reflexionemos:

¿Reconocemos en Jesús la presencia del Padre?, ¿cómo podemos unir nuestra vida más a Dios en este tiempo difícil de nuestra historia?

 

Oremos:

Enséñanos, Señor, a descubrir la manera de unir cada vez más nuestra vida a Dios y reconocer su presencia en todos aquellos que pones a nuestro lado. Que unidos a él, podamos vivir el momento actual con mayor optimismo, fe y esperanza. Amén.

 

Recordemos:

Jesús nos revela con su vida y sus acciones el rostro amoroso del Padre.

 

Actuemos:

Revisemos en esta jornada la manera como vivimos, alimentamos y podemos mejorar nuestra relación con Dios.

 

Profundicemos:

Una de las mejores maneras de unir nuestra vida a Dios y acrecentar nuestra relación con él es por medio de la oración que parte del corazón y de las diferentes realidades que vivimos. (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).

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