10 de Enero

«Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres».

(Marcos 1, 14-20)

Jesús comenzó su misión anunciando la llegada del Reino de Dios  y para mostrarnos lo que significaba el Reino de Dios, formó  una comunidad de hermanos eligiendo a algunos para que  vivieran con Él y lo acompañaran en la misión.

Jesús no eligió s sus discípulos entre los grandes del pueblo, fue a buscarlos a la orilla del lago entre humildes pescadores; se acercó a ellos, entró en su mundo y respetando su profesión, los asocio a su misión salvadora: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”. Ellos sin dudar un solo instante; atraídos y fascinados por Jesús, lo dejaron todo y lo siguieron dispuestos a lo que El quisiera.

Hoy somos nosotros los discípulos y amigos del Señor con quienes El cuenta y a quienes confía la continuidad de su reinado en este mundo

 

Reflexionemos:

¿Soy consciente de la belleza y profundidad de mi vocación cristiana? ¿Quiénes están conmigo pueden ver en mí un discípulo fiel del Señor? ¡Señor que quien me mire te vea Ti!

 

Oremos:

Gracias Señor porque has fijado en nosotros tu mirada para que demos continuidad a tu reinado en la sociedad de hoy, ayúdanos a ser testigos alegres de tu presencia y de tu  amor.  Amén.

 

Recordemos:

Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con Él”

 

Actuemos:

Hoy pregunto a alguien de los que viven conmigo en que puedo mejorar para responder de una manera más profunda y vital a mi vocación cristiana.

 

Profundicemos:

Impresiona hoy más que nunca la fe de Abrahán hecha de obediencia a Dios y confianza total en su promesa en medio de las pruebas. Su obediencia y confianza está resumida en su respuesta: “Aquí estoy”. En tres ocasiones a lo largo de texto del sacrificio de Isaac, Abrahán responde a la llamada de Dios con las expresiones: “Aquí estoy, aquí me tienes.

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