11 de mayo

 

“Les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito” (Jn 16, 7)

 

El tiempo de Pascua nos ha permitido experimentar como el Resucitado sale a nuestro encuentro cada día y nos acompaña en las diferentes realidades que vivimos. Hoy Jesús renueva esta gran verdad, al hablarnos de la venida del Paráclito, es decir, del Espíritu Santo, quien vendrá a inaugurar una nueva etapa en la vida de la comunidad y a confirmar la validez de sus enseñanzas: Les conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito”. Así mismo, a fortalecer la fe de los discípulos ante las persecuciones que viven, para que puedan reconocer en medio de ellas, que Jesús es el enviado de Dios que retorna al Padre y desde allí, continuará acompañando sus vidas a través de la acción del Espíritu. Pidamos al Señor, que en medio de las circunstancias difíciles que atravesamos, podamos experimentar que nos guía, fortalece y acompaña a través de su Santo Espíritu. Que sepamos aprovechar estas últimas semanas del tiempo de Pascua para unir nuestra vida más a él y a nuestros seres queridos, a través de la oración y el compartir fraterno.

 

Reflexionemos:

¿Cómo experimentamos la acción del Espíritu Santo en nuestra vida?, ¿cómo podemos fortalecer mucho más nuestra relación con él?

 

Oremos:

Danos, Señor, la capacidad de experimentar como tú nos guías y acompañas cada día a través de tu Santo Espíritu. Que unidos a Él, podamos renovar nuestra fe y enfrentar con valor y esperanza los desafíos que nos presenta la realidad actual. Amén.

 

Recordemos:

El Espíritu Santo nos fortalece  cada día para enfrentar con fe las dificultades que vivimos.

 

Actuemos:

Pidamos en este día al Espíritu Santo que nos guie y acompañe antes los problemas o dificultades que vivimos por la pandemia.

 

Profundicemos:

El Espíritu Santo es la presencia viva del Resucitado en medio de nosotros. Conocer más sobre su persona, nos ayudará a reconocer mucho más la manera cómo actúa en nosotros (Libro: El Espíritu Santo. Fuente inagotable de la vida de Dios en nosotros).

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