16 de agosto

 

“Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?” (Mt 19, 16)

 

Hoy celebramos la fiesta de la Asunción de María. Solemnidad que nos recuerda como nuestra madre, después de su vida terrena fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. Acontecimiento que nos enseña como nuestra vida es continuo peregrinar al Padre, a través de las pequeñas y grandes acciones que hacemos cada día a favor de los demás. Así como lo narra el evangelio de hoy, en el que María después de haber acogido en su vientre al Hijo de Dios, gracias a la acción del Espíritu, se pone en camino y va sin demora a la región montañosa, para servir con fe y alegría a su prima Isabel: “¡Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?”. La disponibilidad de María para ir al encuentro del otro, es aquello que le ayuda a reconocer como Dios se revela en los pequeños y sencillos, en todos aquellos que pasan hambre y necesidades. Así mismo, darse cuenta, que la vida solo cobra verdadero sentido cuando la abrimos a las necesidades de los demás y compartimos con ellos nuestra existencia. Pidamos, a nuestra madre María en este día, que nos ayude a orientar toda nuestra existencia al cuidado y el servicio de los demás. Ya que solo así, tendremos la gran alegría de participar algún día de su misma gloria en el cielo.

 

Reflexionemos:

¿Qué enseñanza nos deja la historia del joven rico?, ¿cómo podemos compartir más aquello que tenemos con quienes pasan necesidad?

 

Oremos:

Danos, Señor, la capacidad de aprender compartir con alegría los bienes materiales o personales que tenemos. A desapegarnos de nuestras comodidades o egoísmos a la hora de salir al encuentro de los demás. Amén.

 

Recordemos:

Seguir a Jesús implica aprender a compartir todo cuanto tenemos.

 

Actuemos:

En la oración de este día, pongamos en manos de Dios todo aquello que nos impide ser más generosos y desprendidos con los demás.

 

Profundicemos:

Seguir a Jesús implica siempre salir cada vez más de nuestros egoísmos, intereses personales, para abrir con mayor libertad nuestra vida al otro (Libro: Seguir a Jesús sin volverte un marciano).

 

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