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16 de junio

 

“Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará” (Mt 6, 18)

 

En este día iniciamos la lectura del sexto capítulo del evangelio de san Mateo, en el cual Jesús enseña a sus seguidores, una nueva manera de vivir la oración, la limosna y el ayuno, prácticas de piedad arraigadas en la tradición de su pueblo. La novedad que Jesús imprime en dichas prácticas, es la invitación a vivirlas en el silencio y la intimidad con Dios, sin buscar reconocimientos por ellos: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. Así la oración pasa a ser la comunión profunda y vital con Dios; la limosna, la comunión con las personas más necesitadas y el ayuno, el dominio de sí mismo. Pidamos al Señor, en este día que nos conceda la gracia de vivir una fe transparente y sincera que no busque honores o reconocimientos por la ayuda que podamos dar a los demás, sino alimentar ante todo una comunión vital con Dios  que se exprese en las relaciones que vivimos con los hermanos.

 

Reflexionemos:

¿Buscamos ser reconocidos por los ayudas o favores que brindamos a los demás?, ¿cómo podemos alimentar mucho más nuestra comunión cotidiana con Dios?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a reconocer la importancia de unir cada día nuestra vida más a ti a través de la oración. A compartir aquello que somos y tenemos con los más necesitados y transformar nuestros deseos de poder y reconocimiento. Amén.

 

Recordemos:

Dios nos invita a dirigirnos cada día a él, con confianza desde el silencio y las necesidades más profundas de nuestro corazón.

 

Actuemos:

Reservemos un momento especial de nuestra jornada para encontrarnos a solas con Dios y pedirle que nos ayude a unir nuestra vida más a él.

 

Profundicemos:

La oración une nuestra vida más a Dios y a las personas que nos rodean. Cultivarla nos ayudará a darle un respiro y un sentido nuevo a nuestra existencia (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva)

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