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17 de agosto

 

“Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?” (Mt 19, 27)

 

En el evangelio de este día Jesús, retoma nuevamente el tema de las riquezas para enseñar a sus discípulos, lo difícil que es para un rico, abrirse a la experiencia del Reino. Dificultad que Jesús representa de manera asertiva, a través de la imposibilidad que tiene un  camello de pasar por el ojo de una aguja. Imagen que despierta temor entre los suyos, pero que a su vez, ayuda a Jesús a reafirmar el alcance del poder de Dios: “Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo”. Al escuchar estas enseñanzas sobre las riquezas,  los discípulos  se interpelan también frente al seguimiento que han abrazado con total desapego y disponibilidad, y preguntan a Jesús por su recompensa: “Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?”. Jesús, en lugar de prometerles riquezas materiales les deja claro que la mayor ganancia a recibir será la vida eterna: “El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. Pidamos al Señor, en este día la gracia de aprender a ser generosos con aquello que tenemos; y trabajar desde los diferentes lugares en que nos encontremos, por los bienes del cielo.

 

Reflexionemos:

¿Somos generosos con aquello que tenemos?, ¿qué riquezas materiales o personales nos impiden salir al encuentro de los otros?

 

Oremos:

Danos, Señor, un corazón generoso y desprendido, capaz de compartir con alegría aquello que se tiene. Un corazón que sienta como propias, las necesidades de los demás. Amén.

 

Recordemos:

Las mayores riquezas que tenemos, son los esfuerzos y el tiempo que dedicamos a los otros sin limitación ni medida.

 

Actuemos:

Separemos un espacio de nuestra jornada para compartir y ayudar a alguna persona  que necesite de nuestro apoyo.

 

Profundicemos:

Los santos fueron personas extraordinarias que aprendieron a compartir su tiempo, sus conocimientos, sus vidas generosamente con los demás (Libro: Santos de tenis y jeans).

 

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