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20 de Diciembre

 

 El Espíritu Santo vendrá sobre ti y quedarás a la sombra poderosa del Altísimo. Por eso, a tu hijo lo llamarán Santo e Hijo de Dios.»  

(Lucas 1, 35)

 

 Permitamos que la Palabra de dios toque nuestra vida

Estamos iniciando la última semana del Adviento, alegrémonos hermanos, el Señor está cerca, alegrémonos! La Palabra de Dios nos permite contemplar el misterio incomparable de la encarnación del Hijo de Dios.  Tres personajes actúan en este momento sublime que ha dado el vuelco definitivo a nuestra historia: Dios, el Dios de la vida que con amor entrañable toma la iniciativa de venir a morar con nosotros en un lugar concreto de la tierra, Nazaret de Galilea; el Arcángel Gabriel, el mensajero de Dios; y María la Virgen Niña, en la cual Dios ha puesto su mirada de predilección.

Fijemos nuestra mirada en María: observemos sus actitudes y acojamos los sentimientos profundos de su corazón: Ante la presencia del Ángel y sus palabras cargadas de la predilección de Dios, la humilde niña María sorprendida reconoce su pequeñez: ¿Cómo puede ser esto si yo soy virgen? El Ángel le responde que todo es gratuidad de Dios quien la  ha elegido como Madre de Su hijo. El Espíritu Santo fecundará su seno virginal y ella dará a Luz al Hijo del Dios Altísimo.

Y María que siempre buscó la voluntad de Dios confía  sin reservas en lo que le ha sido anunciado; y aunque no comprende todo, se pone humildemente a disposición de Dios: “Yo soy la esclava del Señor; qué se cumplan en mí tus palabras! Entonces, cobijada por la sombra poderosa del Altísimo, el Espíritu Santo concibiò en ella al Verbo eterno de Dios. ¡Oh Misterio incomparable de amor! El Dios creador acepta que una criatura suya le permita revestirse de nuestra carne mortal

 

Reflexionemos:

¿Creo de todo corazón que para Dios todo es posible? ¿Estoy disponible para Dios como María? ¡Aquí estoy Señor!

 

Oremos:

Gracias María, has dado tú SI incondicional a Dios, en la humildad y la confianza plena;  y el Verbo eterno de Dios ha tomado en Ti nuestra carne. Ayúdanos a aceptar la voluntad de Dios para que Jesús se encarne también en nuestra vida. Amén.

 

Recordemos:

“El Espíritu Santo descenderá sobre  Ti y la potencia del  Altísimo te cubrirá con su sombra… y el santo que nacerá de ti será llamado Hijo del Altísimo”

 

Actuemos:

En todo momento de incertidumbre o dificultad diré de todo corazón: hágase en mí según tu Palabra.

 

Profundicemos:

“Toda la gracia que Dios había derramado en los hombres las concentró en María, símbolo de la humanidad santificada” Miguel de Unamuno

Libro: Les ha nacido un salvador. Lectio divina

 

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