23 de abril

 

“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 56)

 

La realidad de confinamiento que nuevamente vivimos por el coronavirus, nos ha llevado a permanecer aislados unos días en casa para detener la velocidad del contagio. Realidad que nos exige otra vez, ser creativos, con el tiempo, con el trabajo, con las labores cotidianas, con nuestras relaciones familiares para no caer en la rutina o el estrés del encierro. Hoy Jesús en su Palabra, nos recuerda la importancia de permanecer unidos a Él, a través de su cuerpo y de su sangre, es decir, de las actitudes de entrega, ofrecimiento, solidaridad y servicio que a través de dichos signos eucarísticos nos recuerda. Actitudes que podemos poner en práctica durante este tiempo con los nuestros, propiciando mayores espacios de oración familiar, de compartir fraterno, de servicio, que nos lleven a fortalecer nuestras relaciones familiares, unir nuestra vida más a Dios y ser signos vivos del amor y la entrega que Jesús nos comunica en la Eucaristía.

 

Reflexionemos:

¿Qué valores nos comunica Jesús en la Eucaristía?, ¿cómo podemos unir nuestra vida más a Dios y a los nuestros en este tiempo de Pascua marcado por la pandemia?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a hacer de este nuevo tiempo de confinamiento una valiosa oportunidad para compartir más con los nuestros y llevar a la vida de cada día, el amor, la comunión y la entrega que nos comunicas en la Eucaristía. Amén.

 

Recordemos:

Vivir cotidianamente las enseñanzas de Jesús, es la mejor manera de permanecer unidos a él.

 

Actuemos:

Pensemos este día en familia, una manera creativa para vivir estos días de aislamiento y hacer de ellos una valiosa oportunidad para unir nuestras vidas más a Dios.

 

Profundicemos:

Una de las mejores maneras de fortalecer nuestras relaciones familiares es a través de la escucha y la oración (Libro: El ovillo enredado).

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