24 de febrero

 

“Un milagro será el Hijo del hombre para esta generación” (Lc 11, 30)

 

El tiempo de cuaresma es un espacio de oración y reflexión que nos llama a revisar de manera especial nuestra relación con Dios. Muchas veces, como la generación que Jesús critica en el evangelio de este día, dudamos de su existencia y le pedimos signos o señales para creer en él: Esta es una generación que está enceguecida. Piden un milagro que me acredite”. En nuestra experiencia de fe, Dios nos concede signos que nos ayudan a descubrir el gran amor que nos tiene, como el perdón de nuestras faltas; las personas que pone en nuestro camino y hacen nuestras cargas más livianas; el sentido nuevo que da a nuestra manera de ser a través de su Palabra. Cuando nuestra fe crece y madura ya no necesita de signos o señales para confiar en él, pues hemos experimentado todo aquello que él puede obrar en nosotros. Pero cuando nos falta fe, como aquellos que lo prueban hoy en evangelio, seguimos dudando y pidiendo señales de su existencia. Pidamos al Señor, que en este tiempo de cuaresma nos ayude a madurar nuestra fe, a experimentar que siempre camina a nuestro lado. A creer sin necesidad de signos o señales que nos hablen de su presencia. Que como el pueblo de Nínive que escuchó a Jonás y se convirtió, nosotros también escuchemos en este tiempo a Jesús y abracemos con fe sus enseñanzas.

 

Actitud: fe.

 

Reflexionemos:

¿Somos personas de fe o nos cuesta creer?, ¿cómo podemos fortalecer nuestra relación con Dios en este tiempo de cuaresma?

 

Oremos:

Danos, Señor, una fe capaz de confiar y creer en ti, sin necesidad de signos externos que nos hablen de tu presencia. Una fe madura, que nos lleve a asumir la vida con todo lo que es, sintiendo que en cada experiencia tú nos acompañas y fortaleces. Amén.

 

Recordemos:

Nuestra fe crece y madura en la medida en que nos relacionamos con Dios y confiamos en él.

 

Actuemos:

En la oración de este día revisa tu experiencia de fe y entrega al Señor, aquellas actitudes personales que te impiden confiar más en él.

 

Profundicemos:

La fe es un regalo que recibimos de Dios desde nuestro bautismo y alimentamos en casa. Un regalo que es preciso cultivar cada día en la oración y en la intimidad con Dios (Libro: El camino de la fe. Talleres y reflexiones sobre la fe).

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