24 de Julio

“Señor, enséñanos a orar como les enseñó Juan el Bautista a sus discípulos

(Lc 11, 1)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El evangelio de este domingo nos ayuda a entrar en profunda sintonía con la petición que uno de los discípulos presenta a Jesús: Señor, enséñanos a orar”. Petición que cada uno de nosotros lleva en lo más profundo de su corazón y que expresa nuestro deseo de aprender a comunicarnos cada vez más mejor con Dios. Jesús responde a dicha necesidad, invitándonos a reconocer en primer lugar, a Dios como Padre. Un Padre que nos da no solo el alimento cotidiano sino que también nos enseña a perdonar como Él nos perdona. Luego, nos recuerda que la oración necesita no solo de confianza sino también de compromiso y perseverancia: Pidan, y recibirán; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y les abrirán”. Pidamos al Señor en este día la gracia de aprender a orar al Padre como él, y abrirnos cada vez más a la acción de su Santo Espíritu. 

 

Reflexionemos: ¿Cómo es nuestra oración?, ¿somos perseverantes en ella?

 

Oremos: Danos, la gracia, Señor, de aprender a dirigirnos como tú a Dios cada día con confianza. A salir de nuestras comodidades, para pedir, buscar y llamar cuando sea necesario.  Amén. 

 

Recordemos: La oración nace del profundo deseo que tenemos de comunicarnos con Dios.

 

Actuemos: Reservemos un espacio especial en nuestra jornada para entrar en oración y dirigirnos a Dios Padre con confianza.

 

Profundicemos: Jesús nos enseña que la mejor manera de orar, es dirigirnos a Dios como nuestro Padre del cielo (Libro: Padre Nuestro. Itinerario espiritual).

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