24 de junio

 

“¿Qué va a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él (Lc 1, 66)

 

Hoy celebramos como Iglesia el nacimiento de Juan el Bautista. Solemnidad que nos lleva a recordar a una de las figuras proféticas más importantes del Nuevo Testamento, que tiene la gran tarea de preparar el camino del Mesías y unir la tradición del Antiguo Testamento con la del Nuevo. El evangelio nos permite percibir como el nacimiento de Juan fue obrado gracias a la misericordia de Dios, al igual que la elección de su nombre, el cual era extraño tanto para sus vecinos y sus familiares: “Ninguno de tus parientes se llama así”. Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. El nombre de Juan fue revelado por el ángel a Zacarías, cuando esté le anuncio que su esposa Isabel en su vejez le daría un hijo. Nombre que en hebreo significa: “El Señor hace misericordia” y confirma la misión que Juan estaba llamado a realizar  al predicar en su vida adulta, el bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Al igual que Juan el Bautista, nosotros también hemos recibido un nombre gracias a nuestro bautismo que nos identifica entre los demás. Pensemos en este día, que misión estamos llamados a realizar o compartir a partir de él.

 

Reflexionemos:

¿Conocemos el significado de nuestro nombre?, ¿sentimos como Juan el Bautista que la mano de Dios nos conduce a una misión especial?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a descubrir como Juan el Bautista la misión a la que hemos sido llamados. Que a partir de nuestro nombre, los valores y las cualidades que hemos recibido de ti, conduzcamos a quienes están a nuestro lado a tu encuentro. Amén.

 

Recordemos:

Como Juan Bautista todos hemos recibido de Dios una misión especial.

 

Actuemos:

Investiguemos en este día el origen y el significado de nuestro nombre. Pidamos al Señor que nos ayude a descubrir que estamos llamados a compartir a partir de él.

 

Profundicemos:

La vida de los santos nos enseña a descubrir que nuestra vida tiene un propósito y una misión que recibimos de Dios y podemos compartir con los demás (Libro: Santos de tenis y jeans).

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