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25 de marzo

 

Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38)

 

Celebramos en este día la Anunciación del Señor. Fiesta que exalta la apertura y la docilidad de María al plan de Dios. Dios llama a María en su hogar de Nazaret y por medio del ángel Gabriel, le comunica el gran amor y la predilección que siente por ella: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, como también la gran misión a la que quiere destinarla: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Ante dicha invitación María se inquieta, pero a pesar de la novedad de aquello que Dios le presenta, ella confía porque sabe reconocer en su vida, el poder de Dios que obra a través de su Espíritu Santo. Como María, también Dios sale hoy a nuestro encuentro, en las diferentes realidades que vivimos, para invitarnos a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo y dejar que él forme cada vez más a Jesús en nosotros, Pidamos a la Virgen María su misma docilidad, confianza y apertura a la acción de Dios: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

 

Actitud: Docilidad.

 

Reflexionemos:

¿Somos dóciles a la acción de Dios en nuestra vida?, ¿cómo podemos acoger con  mayor fe los llamados que Dios nos pone en el camino?

 

Oremos:

Danos, Virgen María, un corazón dócil capaz de confiar y acoger los llamados que Dios pone en nuestra existencia. Que de tu mano, no temamos abrirnos a la novedad que cada día él nos presenta. Amén.

 

Recordemos:

La docilidad nos lleva como a la Virgen María a reconocer en nuestra vida, la acción de Dios.

 

Actuemos:

Aprovechemos esta jornada para reconocer los llamados que Dios nos hace y la manera cómo podemos responder más dócilmente a ellos.

 

Profundicemos:

La vida de la Virgen María, nos enseña a reconocer como Dios conduce y guía nuestra historia cuando tenemos la osadía de dejarnos conducir por él (Libro: Las palabras calladas).

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