26 de agosto

 

“Estén en vela, porque no saben qué día vendrá su Señor” (Mt 24, 42)

 

La vigilancia es una de las actitudes cristianas que nos invita a estar despiertos a cada momento, para reconocer en aquello que vivimos, la presencia y la acción de Dios. La vigilancia nos llama abrazar nuestra existencia con fe y esperanza, y saber qué todo momento que vivimos, es una valiosa oportunidad para ser buenos, unir nuestra vida más a Dios y poner en práctica las enseñanzas del Evangelio: ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Les aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pidamos al Señor en este día la gracia, de ser como el criado fiel y prudente al que el amo le confía el cuidado de todos sus bienes. Que como él, sepamos aprovechar cada momento para hacer el bien, vigilar nuestro corazón de aquellas actitudes que nos separan de Dios y trabajar con alegría en todo aquello que nos ha sido confiado.

 

Reflexionemos:

¿Somos personas vigilantes o distraídas?, ¿qué invitación nos deja la actitud del siervo fiel y cuidadoso?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a ser criados fieles y prudentes que sepan aprovechar su existencia para poner en práctica tus enseñanzas, hacer con amor las tareas confiadas y salir al encuentro de las necesidades de quienes están a nuestro lado. Amén.

 

Recordemos:

Ser vigilantes es ser prudentes y cautelosas.

 

Actuemos:

Meditemos en esta jornada qué tan prudentes somos y cómo podemos aprovechar mejor nuestra vida, para orientarla al servicio de Dios y de nuestros hermanos.

 

Profundicemos:

La oración es una de los medios más eficaces para aprender a ser vigilantes y reconocer las personas o las situaciones, en las que Dios nos llama a servir (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).

 

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