28 de agosto

“¡Ay de ustedes, guías ciegos!”

(Mt 23, 13-22)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En este día recordamos la memoria de San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia. Él mismo en su libro Las Confesiones hace la siguiente síntesis de su vida: «Nos has hecho para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no repose en Ti» que esta palabras Iluminen nuestro caminar en Cristo.

El evangelio de hoy nos muestra a Jesús que denuncia abiertamente la actitud de los escribas y fariseos utilizando la expresión “¡Ay de Ustedes!…”.  Tres son los lamentos que escuchamos hoy en el evangelio: El primero, se dirige a quienes cierran la puerta al Reino. El segundo, es en contra de aquellos que hacen proselitismo, y el tercero, contra los que viven haciendo juramentos. Los destinatarios de estas palabras tan fuerte de Jesús no solo eran los escribas y fariseos; sino también el pueblo y sus discípulos. Aquello que realmente Jesús busca es la autenticidad y trasparencia de vida. El evangelio nos alerta a no tener una doble vida, es decir, proyectar una cosa y terminar haciendo otra, ya que la hipocresía no está acorde con los valores del Reino. Cuidémonos de no dejarnos contaminar por un estilo de vida contrario al proyecto de salvación que nos enseña Jesús.

 

Preguntémonos: ¿Reconozco mis incoherencias y faltas de correspondencia en todos los aspectos? Señor envíanos tu Espíritu Santo para que seamos sencillos, coherentes y verdaderos testigos de nuestra fe.

 

Reflexionemos: A veces nuestros comportamientos son dobles de acuerdo a las conveniencias o por conservar un lugar o una imagen. Aprovechemos esta jornada para identificar en qué momentos nos comportamos así.

 

Oremos: Ven Espíritu Santo, y dame la valentía de superar las actitudes de conveniencia y de hipocresía que hay dentro de mí. No permitas que por temor a ser herido me deje llevar por falsas apariencias. Dame tu luz para caminar siempre con libertad interior. Amén.

 

Actuemos: Que en este día pueda liberarme de prejuicios y actuar ética y trasparencia en el trabajo o en los lugares donde soy enviado a servir.

 

Recordemos: ¡Qué tarde te amé, hermosura siempre antigua y siempre nueva! ¡Qué tarde te conocí! ¡Qué desdichado fue el tiempo  en que no te amé  ni te conocí!” (San Agustín. Confesiones, X).

 

Profundicemos: “Jesús censura en particular la estrechez de los fariseos, que entran en polémicas sobre la Ley para plegarla a sus propios intereses y, mientras la vacían de su significado, ostentan una observancia escrupulosa con el objetivo de suscitar admiración en los otros” (G. Zevini).

📑 Libro Recomendado: Las confesiones de san Agustín

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