28 de mayo

“Mi alegría ya nadie se las podrá quitar”

(Juan 16, 20-23a)

 

 Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Los discípulos se sienten profundamente amados por Jesús en sus limitaciones y fragilidades, por eso, el anuncio de su partida les colma de  tristeza y Jesús lo sabe bien, por ello en el evangelio de hoy les dirige palabras de consolación  y esperanza: ustedes están ahora tristes. Pero los volveré a ver, y su corazón se llenará de alegría, y esa alegría ya nadie se la podrá quitar.

Jesús educa a sus discípulos al ejercicio de la fe pascual que los llevará a una relación con Él  más profunda, segura, íntima y transformadora, algo así como un nuevo nacimiento, un  modo nuevo de vivir según Dios. Hoy, les asegura que el gozo que experimentarán estando con Él en su nueva condición gloriosa nadie se los podrá arrebatar del corazón. 

La fe pascual es segura, crece  con las dificultades, se afianza en la oscuridad.

 

Preguntémonos: Es bueno preguntarnos: la fe que vivo en mi cotidianidad ¿es una fe pascual, o todavía me asustan y me bloquean las dificultades? ¿Que certezas de fe necesito alimentar para caminar seguro en medio de la oscuridad y las dificultades? ¡Nada temo porque siempre estás conmigo Señor!

 

Oremos: Gracias Jesús por la seguridad y el gozo de sentirte vivo entre nosotros: ¡Ayúdanos a mantener viva la alegría de seguirte venga lo que venga, porque contigo todo terminará en victoria! Amén.     

 

Recordemos: “Pero llegará el momento en que ya no les hable en figuras, sino que les hablaré del Padre claramente. Ese día orarán en mi nombre. Y no les digo que yo pediré al Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama, ya que ustedes me han amado a mí y han creído que procedo de Dios”.

 

Actuemos: En los momentos de tristeza o desolación alimentaré la certeza de la presencia viva de Jesús resucitado en  mi corazón.

 

Profundicemos: Es decisivo también para todos nosotros hoy redescubrir la belleza de ser hijos de Dios, hermanos y hermanas entre nosotros porque estamos insertos en Cristo. Las diferencias y los contrastes que crean separación no deberían tener morada en los creyentes en Cristo. Papa Francisco

 

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