“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna” (Jn 3, 16)
Hoy celebramos la fiesta de la Santa Cruz, fiesta que nos invita en este tiempo de Pascua a contemplar de nuevo la cruz como nuestra mayor fuente de vida y salvación. Por eso, el evangelio nos remite al encuentro de Jesús con Nicodemo, en el que Jesús le enseña como la cruz es el lugar privilegiado de Dios para revelar su amor y su entrega incondicional hacia la humanidad. Amor que no se queda solo en el madero, sino que nos abre camino a la vida plena y verdadera en Dios: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna y nadie perezca”. Pidamos al Señor, que ante la cruz actual que vivimos por el coronavirus nosotros podamos reconocer en ella, los signos de vida y salvación que nos comunica. Así mismo, percibir como desde nuestras posibilidades podemos ser signos de salvación para los demás, a través de nuestra escucha, cercanía, oración y apoyo en este difícil momento.
Reflexionemos:
¿Reconocemos en la cruz de Jesús nuestra mayor fuente de vida y salvación?, ¿cómo podemos ser signos de vida y salvación para las personas hoy?
Oremos:
Concédenos, la gracia, Señor, de ser signos visibles de vida y salvación desde nuestros hogares o lugares de trabajo para las personas que sufren por el coronavirus. Que de tu mano, podamos descubrir en esta circunstancia adversa oportunidades de cambio y sanación. Amén.
Recordemos:
En la cruz Jesús nos abre camino a la vida eterna del Padre.
Actuemos:
Contemplemos en este día la cruz y reconozcamos ante ella, los signos de vida que la circunstancia actual nos ofrece gracias al testimonio de Jesús.
Profundicemos:
La cruz traza para nosotros toda una pedagogía divina que nos lleva a descubrir como las circunstancias difíciles de nuestra existencia pueden tornarse en fuentes de vida y salvación (Libro: Caminando en la esperanza).
