30 de octubre

 

“Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc 14, 11)

 

Como seres humanos tendemos muchas veces, como los fariseos, a buscar reconocimientos por lo que somos, hacemos o tenemos. Sin embargo, Jesús hoy nos invita actuar y pensar de manera diferente, y hacer de la sencillez y la humildad, valores esenciales que orienten nuestra existencia: “Cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’”. Pidamos al Señor, en este día un corazón sencillo, libre de pretensiones materiales o apegos personales,  abierto a compartir con humildad, fe y alegría aquello que tiene y es. Un corazón que tenga en el amor y el servicio, sus mayores fuentes de reconocimiento.

 

Reflexionemos:

¿Buscamos ser reconocidos por lo que tenemos o hacemos?, ¿cómo podemos ser personas más humildes y sencillas al estilo de Jesús?

 

Oremos:

Enséñanos, Señor, a ser personas humildes y sencillas como tú. A no buscar privilegios o poder, por aquello que somos, tenemos o conocemos. Que de tu mano, aprendamos a compartir gratuitamente nuestra vida con quienes nos rodean. Amén.

 

Recordemos:

Jesús nos invita a tener en el servicio nuestra mayor fuente de reconocimiento.

 

Actuemos:

Pidamos perdón al Señor en este día, por las veces en que hemos buscado ser reconocidos por lo que tenemos o conocemos.

 

Profundicemos:

La vida de los santos nos enseña a entregar nuestra vida a Dios y a las personas con sencillez y generosidad (Libro: Santa Laura Montoya. Educadora y misionera de los indígenas).

 

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