9 de marzo

 

Lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada uno no perdona a su hermano de todo corazón (Mt 18, 35)

 

La cuaresma es un tiempo litúrgico que nos invita a afianzar en nuestra vida y en nuestra experiencia de fe, la actitud del perdón. Un perdón que nos mueva a reconocer en primer lugar nuestra fragilidad delante Dios, pero también a perdonar aquellos con los que tenemos dificultades o diferencias. Movido por este mismo interés, Pedro en el evangelio de este día, se acerca a Jesús para preguntarle cuántas veces debe perdonar a su hermano, y Jesús le responde que setenta veces siete, es decir, siempre. Respuesta que desconcierta el corazón de Pedro y lleva a Jesús a mostrarle que el perdón de Dios no tiene límite ni medida, así como el del rey que se compadece de uno de sus funcionarios y le perdona toda la deuda que le debía. Pese a ello, el funcionario, encerrado en sus propios intereses, no es capaz de tener el mismo gesto de compasión hacia otro de sus compañeros que le debía una cantidad muy inferior a la que este debía a su amo. Actitud que Jesús reprocha e invita a sus discípulos a aprender a perdonar de corazón y siempre. Pidamos al Señor, en este día la gracia de perdonar de corazón a los demás así como el perdona nuestras debilidades.

 

Actitud: Perdón.

 

Reflexionemos:

¿Cómo acogemos en nuestra vida el perdón de Dios?, ¿somos capaces de perdonar de corazón a aquellos con quienes tenemos dificultades?

 

Oremos:

Ayúdanos, Señor, a experimentar en nuestra vida el perdón de Dios para perdonar como tú, a  todos aquellos que nos ofenden o tenemos diferencias. Que de tu mano, seamos signo de comunión y misericordia para los demás. Amén.

 

Recordemos:

Experimentar en nuestra vida el perdón de Dios debe llevarnos a ser misericordiosos con los demás.

 

Actuemos:

Salgamos al encuentro en este día de aquellas personas con las que tenemos dificultades y abrámosles nuestro corazón a la experiencia del perdón.

 

Profundicemos:

Cuando nos sentimos perdonados por Dios somos capaces de acoger a los demás con bondad y misericordia, y hacer del perdón una experiencia liberadora que una nuestra vida más a Dios (Libro: Misericordia y perdón).

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