26 de Diciembre

 

“¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2, 41-52)

 

 Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Mientras disfrutamos la alegría de este tiempo navideño, la liturgia nos invita a contemplar a la sagrada Familia de Jesús, José y María.  Podemos imaginar el ambiente cargado de amor, paz, ternura y entrega recíproca en que vivía la santa familia de Nazaret; pero el evangelio nos deja conocer  hoy un momento de tensión y sufrimiento en el seno de este hogar divino. Cuando Jesús cumplió doce años como era costumbre en Israel, el Niño Jesús  acompañó a sus padres a la celebración de la Pascua en Jerusalén;  y al terminar la celebración, se quedó en Jerusalén sin que sus padres  los advirtiesen.

Cuando José y María  se dieron cuenta que su niño no estaba en la caravana de regreso a Nazaret,  se devolvieron a Jerusalén llenos de angustia. Y al cabo de tres días lo encontraron en el templo conversando con los doctores de la ley que estaban llenos de asombro por su sabiduría. Al verlo la Madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos hiciste esto? Tu padre y yo te buscábamos angustiados; y Él le respondió: “¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?” No obstante estas palabras tan distantes y seguras, el niño Jesús se fue con ellos, al instante, y les estuvo sometido humildemente durante su infancia y juventud.

 

Reflexionemos:

¿Qué admiramos más: la solicitud amorosa de los padres que buscan a su hijo hasta encontrarlo;  o la docilidad de Jesús que siendo consciente de ser Hijo del Dios altísimo, obedece y se deja formar por sus padres aprendiendo ellos a ser hombre? Padres e hijos, hoy estamos invitados a ponernos ante este espejo sublime de relaciones hogareñas y a dejarnos confrontar por ellas. Como padre o como hijo ¿qué me pide hoy el Señor?¡Jesús enséñanos a ser familia!

 

Oremos:

Santa Familia de Nazaret Jesús, José y María, a ustedes confiamos nuestras familias, las de hoy y de mañana. Acompáñennos  e intercedan para que a pesar de los desencantos y obstáculos que hoy amenaza nuestra vida familiar, podamos construir familias en las que Jesús sea la fuente del amor y la fidelidad. Amén.

 

Recordemos:

“Sopórtense los unos a los  otros, y perdónense siempre que alguien tenga motivo de queja contra otro… Y por encima de todo, revístanse del amor que crea la unidad perfecta”. Col. 3, 12ss.

 

Actuemos:

Hoy nos tomaremos uno momentos de oración juntos para agradecer al Señor por cada miembro de nuestra familia y orar los unos por los otros.

 

Profundicemos:

El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Eclo 3,2-6

 

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