“El otro discípulo, que había llegado primero al sepulcro, al ver aquello, creyó” (Jn 20, 8)
Llegamos hoy con gran alegría al Domingo de Pascua, día que exalta el triunfo de Jesús sobre la muerte y el nacimiento a una nueva vida. El evangelio de hoy nos muestra la experiencia de encuentro que María Magdalena, Pedro y el discípulo amado tienen con la tumba vacía. Los tres discípulos corren al sepulcro en busca de su maestro y al no encontrarlo, reaccionan de manera diferente frente a este gran misterio. María Magdalena piensa que se robaron el cuerpo de su Señor. Pedro y el discípulo amado corren a la tumba, pero solo este último al ver los lienzos en el suelo, cree que Cristo ha resucitado. Como María Magdalena, Pedro y Juan, nosotros también podemos tener posturas diferentes frente al gran misterio de la resurrección. Pidamos al Señor, en este día de Pascua que más allá de ellas, podamos reconocer los signos de vida nueva que hace brotar en nuestra vida después de todo el camino cuaresmal y de Semana Santa que hemos recorrido. Que a través de ellos, podamos ser signos visibles del Resucitado para quienes están a nuestro lado.
Reflexionemos:
¿Cómo acogemos en nuestra el gran acontecimiento de la resurrección del Señor?, ¿Qué signos de vida nueva el Señor hace brotar hoy en nosotros?
Oremos:
Señor, como María Magdalena, Pedro y el discípulo amado queremos correr al encuentro contigo. Ayúdanos a ser signos visibles de tu resurrección en medio de las diferentes realidades que vivimos. Amén.
Recordemos:
Cristo Resucitado ha vencido la muerte para darnos la vida.
Actuemos:
Aprovechemos esta jornada para percibir y acoger los signos de vida nueva que el Señor ha forjado en nosotros durante el itinerario cuaresmal y los días santos.
Profundicemos:
El tiempo de Pascua nos invita a descubrir la presencia de Cristo Resucitado en nuestra vida (Libro: Siete pasos hacia la vida).
